«La ley más perfecta»



Buenos días hermanos, hoy vamos a leer juntos este texto que nos narra cuando Jesús fue interpelado por un escriba acerca de cuál era el mandamiento más perfecto de toda la ley. Pero, apenas iniciamos a leer nos preguntamos ¿Quién era un escriba, verdad?

Pues bien, para que tengamos una visión nítida del texto intentemos adentrarnos a entender lo que significa esto. Un escriba era en tiempos del Señor una persona que tenía por oficio copiar escritos, pasarlos a limpio o escribir al dictado. Era un hombre culto, pues era uno de los pocos privilegiados de su época que sabía leer y escribir. Lo que significaba también en el pueblo hebreo un verdadero intérprete de la ley.

Una vez aclarado esto podemos decir que la respuesta clarificadora de Jesús de la que hablamos es nada más y nada menos la popular oración del: “Shema Israel Adonay ehad” del libro del Deuteronomio (Cfr. Dt 6, 4ss), es decir, “Escucha Israel El Señor es solamente uno” y lo que sigue.
La ley más perfecta es el amor. Allí nunca nos equivocaremos y siempre saldremos triunfantes con nuestros hermanos.


El amor es todo en la vida de un ser humano, “es amor recibido y ofrecido. Es «gracia» (cháris). Su origen es el amor que brota del Padre por el Hijo, en el Espíritu Santo. Es amor que desde el Hijo desciende sobre nosotros. Es amor creador, por el que nosotros somos; es amor redentor, por el cual somos recreados” (Benedicto XVI, Cartitas in veritate, 5).
Por eso, hay que entender bien que significa amar y estar dispuestos a amar a otro como a mí mismo… por eso es tan importante entre otras cosas el amor esponsalicio en el matrimonio… el amor no es sólo sexualidad; lo es, pero, no sólo ni exclusivamente, pues de lo contrario, rápido se termina el amor y así andan nuestros matrimonios jóvenes en la actualidad.

Y una cosa sola a tener en cuenta con relación a la segunda lectura que nos señala el autor de la carta a los hebreos es: la perpetuidad del Sacerdocio cristiano en Cristo Jesús. Digno de ser agradecido y valorado, en tiempos que la prensa anticatólica lo ha vapuleado tanto al sacerdocio católico con los problemas de pedofilia que lamentablemente fueron provocados por gente católica que no debía provocarlos (hay que decirlo también).


El problema reside, como decía el obispo católico de New York, en que si bien son mínimos los casos de pedofilia suscitados por los sacerdotes ninguna persona en el mundo se espera que un ministro de Dios haga semejante atrocidad. Lo cual es repugnante. Pero, como dije antes, hay que abrir bien los ojos porque los enemigos de la Iglesia católica aprovechan la ocasión para tirarle barro. Y eso no está bien.

Que María Santísima nos ilumine y nos haga llegar a poseer las primicias del Espíritu que a la vez nos haga comprender en toda su plenitud la importancia y el valor que tienen y el mandamiento del amor y también el valor de los sacerdotes para nosotros los cristianos.

¡Ave María purísima!



Comentarios