Queridos hermanos, las lecturas que hoy compartimos
nos muestran la excelencia de la creación y sobre todo la creación y la vocación
de la mujer en la historia del mundo. La mujer puede ser: dormilona, enojona,
caprichosa, contestataria, a veces, dominadora. Pero, es un ser maravilloso que
si no existiera no existiríamos nosotros.
Las mujeres no son juguetes o instrumentos descartables,
por eso, Jesucristo repugna el divorcio diciendo que al principio no fue así
(Cfr. Mc 10, 6-9). La esencia del ser humano que está por encima de todo:
hombre y mujer, juntos, inseparables para siempre. Y de allí toda la humanidad
fruto de ese amor mutuo. Por eso, el matrimonio supone una fuerte relación con
Dios, el creador, pues participan de su amor: formando una familia: la
humanidad.
Y como dice la escritura: “ya no son dos, sino una sola carne”, ergo, la mujer no es inferior
al varón ni de inferior dignidad. Es la madre de todos los vivientes.
Por eso, lo dicho aquí en esta cita es de una
actualidad suma, veamos: “Asignó Dios a
cada sexo sus destinos, y conforme a ellos les dotó de aquellas propiedades que
les convenían. Al hombre le dio la fuerza, a la mujer la perspicacia, y como de
genio más blando y flexible, dispuso fuese su voto el segundo en las consultas.
Sin embargo, no se halla en ninguna parte que prohibiese el que mandara
soberanamente, pues vemos y se han visto en todos tiempos reinos gobernados por
mujeres con mucho acierto y felicidad… Digan los hombres lo que quieran, las almas son iguales; y si por la
mayor delicadeza de los órganos son las mujeres más aptas para un género de aplicación,
y los hombres por su mayor robustez para otro, nada prueba esto contra nosotras”
(Inés Joyes y Blake, “Apología de las mujeres”, Universidad de
Salamanca, 2009). La autora fue madre de nueve hijos en el siglo XVIII. No más comentarios.
2. En segundo lugar, velozmente, digo que el texto
sagrado nos manda a proteger la naturaleza y protegernos a nosotros mismos:
criaturas superiores e imagen de Dios…pero hechos de barro… no lo olvidemos.
Por lo tanto, es hora de aplicar lo que decía el
papa en su carta encíclica a modo de consejo a toda la humanidad: “cambios de estilo de vida, de producción y
de consumo” dice Francisco (Cfr.
LS, 23).
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