Hace unos días les hablé de la tarta de Santiago, y
en consecuencia, ustedes creerán que: “este
hombre se tomó muy a pecho lo de la dieta y se va a hacer un plan especial de
ejercicios para adelgazar”. Sería muy bueno, pero, no es eso.
Me voy una semana entera a los Ejercicios espirituales
anuales (lo hacemos todos los años o casi todos) que se predican especialmente
–al menos los que yo voy ahora – para los curas.
¿En qué consiste este rollo de los Ejercicios
espirituales?
Bueno, trataré de ser breve. Todo nace con un
pequeño librito que Ignacio de Loyola escribió y tituló: “Ejercicios
espirituales”, que fue escrito hace tiempo para ayudar a la gente de toda clase
y condición a rezar con mayor profundidad. La idea inicial era que se pudiera
ejercitar el alma con meditaciones durante treinta (30) días; divididas las
meditaciones según los misterios de la vida de Cristo en cuatro semanas. Todo
en estricto y riguroso silencio y bajo la guía y el ojo de un predicador de
ejercicios.
Con el tiempo se debieron adaptar esos ejercicios
espirituales de un mes a un tiempo más realista según las jornadas que disponga
cada ejercitante. De aquí que se pudieron adaptar versiones reducidas de cinco
(5) o tres (3) días, conservando el esquema de las cuatro semanas. En efecto, cada
una de las semanas busca una finalidad especial en el ejercitante, así como todos
los Ejercicios completos buscan principalmente lo siguiente según nos relata su
autor, a saber:
“Por este
nombre se entiende todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de razonar,
de contemplar; todo modo de preparar y disponer el alma, para quitar todas las
afecciones desordenadas (apegos, egoísmos, etc.) con el fin de buscar y hallar
la voluntad divina”.
En fin, el fundador de los Jesuitas decidió escribir
este librito de los Ejercicios espirituales con el propósito de ayudar a otros,
comunicándoles las ideas y sentimientos que a él mismo le habían transformado
el alma en su conversión en los días vividos en
Manresa.
Nos vemos la semana que viene, espero que más flaco
y más bueno. Rezad y orad por mí.
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