Padre Walter, una pregunta en relación a lo que
venimos leyendo en la Xanela últimas estas semanas: ¿qué es la conciencia en el
ser humano? Gracias.
“La conciencia
es como un heraldo de Dios y su mensajero, y lo que dice no lo manda por sí
misma, sino que lo manda como venido de Dios, igual que un heraldo cuando
proclama el edicto del rey. Y de ello deriva el hecho de que la conciencia
tiene la fuerza de obligar” (San Buenaventura).
El diccionario de la RAE define a la conciencia
como: “Conocimiento del bien y del mal
que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos,
especialmente los propios”. Y también dice: “Sentido moral o éticos propios de una persona”.
La conciencia en la moral cristiana es fundamental
para lograr conocerse a uno mismo ya que es un acto de nuestra misma
inteligencia, es decir, un juicio práctico. Por lo tanto, la conciencia no es sólo
y exclusivamente una “decisión” personal; repito: es ante todo un acto de mi
inteligencia. Y aclaro este tema porque bajo el slogan: “libertad de
conciencia” en el mundo actual se pretende otra cosa, como si se la conciencia
se tratase exclusivamente de una elección personal y no es así. Si afirmásemos
lo contrario deberíamos afirmar que no existe más ley que la que yo me ejecuto
a mí mismo y a los que me rodean y nada más. Eso quiere decir que no existirían
ni la ley natural, ni la ley eterna (revelada), y en nosotros los católicos, la
ley canónica y magisterial que estén por encima de nuestras propias conciencias.
Siempre hay que obrar en conciencia delante de Dios
y guiada por la luz de la fe y las sanas costumbres que nos dicta la
naturaleza. Este pequeño escrito sólo es una aproximación e intento de
respuesta a tu pregunta, pues, “hablar de
la inviolable dignidad de la conciencia sin ulteriores especificaciones,
conlleva el riesgo de graves errores” (San Juan Pablo II, Discurso a los
participantes en el II Congreso internacional de teología moral, 12 de
noviembre de 1988).
Bendiciones.
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