« “Hostia”, ¿una blasfemia?»

Hace unos días un amigo español me corrigió acerca de un término que utilicé en la reciente publicación de mi blog en la que hablaba de la confesión. Allí, el término en discusión utilizado fue: “Hostia”. Mi amigo me dijo que en España no sonaba bien. Yo le contesté que por eso mismo había puesto entre paréntesis: “el cuerpo y la sangre de Cristo”. Y sugirió: “mejor no usarlo”.

Pensé: “pero si el vocablo en cuestión no es una mala palabra. Hostia es el pan ácimo que se utiliza para consagrar el cuerpo de Cristo que luego comulgamos en la misa”. Pero, claro, en España utilizan la palabra “Hostia” en otro contexto, no religioso, y es mal sonante como dice el mismo diccionario de la RAE y mi amigo.

 A los españoles como a los italianos les faltó un general como Don José de San Martín que los educara a tener respeto por la Eucaristía a fuerza de rebenque, la “Hostia” bendita y consagrada; prohibiendo toda blasfemia y mal uso de las palabras religiosas entre sus tropas.

Lo que me llama poderosamente la atención es que a pesar de las grandes olas migratorias de ciudadanos de estos dos pueblos hermanos en la primera mitad del siglo XX a la República Argentina no llevaron esta mala costumbre a las tierras americanas, por el contrario, se corrigieron de este defecto apenas pisaron el río de la Plata.


Los curas no educamos en estas cosas. ¿Por qué será que tuvo que venir un laico a educarnos en Argentina?

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