«Un homenaje a los cornudos»




El eterno marido es una pequeña y encantadora novela de Fiódor Dostoievski; una novela que te atrapa del inicio hasta el fin. Recomendable de ser leída, necesariamente, en algún momento de nuestra existencia por toda la gama de lectores posibles. Pero sobre todo, recomendable de ser leída por los hombres, los futuros maridos.

La novela apareció publicada por primera vez en los números 1 y 2 de la revista Zaira (la traducción en castellano sería: “Amanecer”, editada por aquella época en San Petersburgo), del año 1870.
El tema central de la novela son “los cuernos”, sí, sí, leíste bien, ¡¡¡los cuernos!!!  Un marido engañado; un cornudo muy particular, digno de ser estudiado por la psicología contemporánea.
Coinciden en señalar varios comentaristas de ésta obra que el autor utilizó una cantidad importante de fuentes para escribirla, je, je…Uy no puedo imaginar si Fiodor viviera en nuestro tiempo.  Muchos recuerdos personales, pero también una cantidad de bibliografía bastante conocida en aquel entonces (tipos literarios) por el mismo autor y sus coetáneos: Moliere, Paul de Kock, Turgueniev, Flaubert.

Del libro, podemos hablar mucho –espero sus comentarios –, pero, aquí y ahora sólo dos cosas para señalar, sin tanta vuelta, y no develar la trama:

1. En primer lugar, decir que el capítulo IX,  titulado “La visión”, es a mí entender el capítulo bisagra o la curva de la novela. Allí se narra de un modo muy confuso el primer intento de asesinato del misterioso “hombre con un crespón en el sombrero” contra Alexei Ivánovich Velcháninov (el protagonista). Según Troyat, la escena del fallido asesinato se encuentra entre las más grandes escenas de Dostoievski. Es en este capítulo que encontramos por primera vez en la novela la esencia dostoievskiana más pura, justamente, en un respuesta sumamente acalorada de Alexei al inescrupuloso enemigo: “Váy-yase al diablo –empezó a vociferar Velcháninov con una voz que no era la suya, como si hubiese algo roto en ella –, váy-yase con su basura de subsuelo, usted mismo es basura de subsuelo…quería asustarme…verdugo de una niña…miserable… ¡canalla, canalla, canalla! –gritó, olvidándose de sí mismo y ahogándose en cada palabra”. La idea del “subsuelo” es el sutil hilo conductor que recorrerá todo el camino del libro hasta su fin.


2. ¿Y la mujer en cuestión? Buena pregunta.  La causa de la infidelidad, se llamaba Natalia; pero dejemos directamente a Dostoievski la notable descripción que plasmó de ella en la novela:
pertenecía al grupo de las más comunes damas provincianas de la “buena” sociedad provinciana y “quien sabe, ¿puede ser acaso que así fuese y sólo yo crease con ella semejante fantasía?”. (…) Bagaútov, en efecto, era un joven de la mejor sociedad de Petersburgo y, como era un “hombre de lo más frívolo”, podía hacer su carrera sólo en Petersburgo. Pero él, sin embargo, había despreciado a Petersburgo –es decir, su principal provecho – y perdió cinco años en T., ¡sólo por esa mujer! (…) Significa que esta mujer tenía algo fuera de lo común, ¡el don de la atracción, del sometimiento y de la dominación!  Evidentemente, una dama compleja, pero, sumamente atractiva y deseada por muchos, muchos hombres.

Pues bien, imaginarios lectores espero que puedan disfrutar de esta pequeña novela que recomiendo vivamente a todos aquellos que buscan zafarse del triste acontecimiento de llevar en sus cabezas una corona de cuernos.  

Walter J. Bejarano


12-mayo-2017

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