«El Espíritu Santo»




Buenas tardes amigos, hoy quiero que leáis conmigo el pasaje del profeta Ezequiel, el relato llamado de los “Huesos secos…” (cfr. Ez 37, 1-14); allí encontramos una serie de cosas muy explicitas con referencia al Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad.

La pregunta que Dios mismo hace al profeta es: « ¿podrán revivir estos huesos?» (Ez 37,3); esa misma pregunta nos vuelve a interpelar una y otra vez a cada uno de nosotros. En las diversas circunstancias de la vida, en las dificultades, en donde no hay amor, ni justicia, ni piedad para con el prójimo… ¿podrán revivir el amor, la justicia, la piedad?

Dios pide la intervención directa del profeta diciéndole: «Conjura al espíritu, conjura, hijo de Adán, y di al espíritu: “Así dice el Señor: De los cuatro vientos ven, espíritu, y sopla sobre estos muertos para que vivan”» (Ez 37, 9). El resultado es ¡sorprendente!

En efecto, es: «El Espíritu (que) viene en ayuda de nuestra debilidad» (Rm 8, 26) dice la carta a los romanos, pues, sabemos que nosotros solos no somos capaces de revertir una situación difícil –a veces imposible – pero Dios “Sí” puede hacerlo.

El tiene el poder. Y por eso, el último día de la fiesta de los tabernáculos (cfr. Lv 23, 35-36) Jesús exclamó con fuerte voz: «El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí, que beba…» (Jn 7,37). 

Sólo Dios puede saciarnos, sólo Dios puede curarnos, sólo Dios puede hacer cosas sorprendentes y maravillosas con nuestras vidas. Pero, es necesario tener fe, creer y esperarlo todo de él. Conjurar al Espíritu; pedirlo con insistencia; dejarse invadir por su presencia.

Nosotros: ¿queremos revertir estas circunstancias en la Iglesia católica y en el mundo? Sí, ¡verdad!
Pues comencemos a re evangelizar a nuestros pequeños sacándolos del egoísmo y haciéndolos más sensibles al amor, a la justicia y a la piedad. También prediquemos la cultura de la vida. Hoy más que nunca este pueblo necesita al menos tres hijos por familia. Y esto no es invento mío. Dejemos de profesar en nuestros parlamentos la cultura de la muerte.

Y por supuesto, nosotros los pastores comencemos a vivir más el evangelio y a conjurar el Espíritu para que de vida al pueblo. No podemos tener miedo. Dios nos está pidiendo eso a gritos.

Que tengan una excelente semana.



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